«El natural del agua es blando y el de la piedra duro, pero si el agua gotea continuamente sobre la piedra, goteando la perfora. Del mismo modo la Palabra de Dios es suave y blanda, nuestro corazón duro. Por eso el hombre que oye o medita a menudo la Palabra de Dios, da lugar a que el temor de Dios penetre en él»“.
“Sentencias de los Padres del desierto”
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